Esperar o seguir









Estaba esperando a que llegase. 
Todo el maldito día una sensación de esperanza, de ver una sombra, poder girar la cabeza y encontrarse con aquella sonrisa. 
Pero nunca llegó. 
El escritor se perdió por el camino. 

Ahora, su personaje principal, la protagonista, cae rendida ante los pies de una historia sin continuación, desgarrada por la ansiedad y con las hojas llenas de lágrimas que desdibujan lo que un día fueron palabras de amor y promesas.

La confusión de si es humana o no, o si tan solo es una ilusión, fruto de una mente que solo desea crear para satisfacer su necesidad. 
Pero una vez ahí, no hay vuelta atrás.
 Y la confusión, entre avanzar o quedarse allí esperando, es lo que mata las ganas de seguir. 
Podría destrozar cada página escrita y comenzar una historia nueva.

Podría. 
Podría. 
Podría. 
Podría. 

¿Quiere?¿Debe?¿Puede?

Sentir realmente es agotador. 
Va más allá de todo lo que conocía. 
Ahora, la soledad, tiene vida propia y se suelta descontrolada por una mente inconexa. 
Lo que sabe, es que quizá, esperar no sea una opción. 

Podría. 
Podría. 
Podría. 
Podría. 

¿Quiere?¿Debe?¿Puede?

Quizá, él, dejó lapiz y papel por algún lado. 
Quizá, pueda continuar por su propia cuenta. 
Quizá, y solo quizá: pueda, deba... 
Quiera. 
Quiere. 

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