Motas de polvo







Tienes que notarlo, tienes que sentirlo. Es así, y no hay otra forma de llegar a disfrutar de lo que de verdad importa. Notar el calor en el roce, el sabor en la fricción, la tensión y relajación a la vez de un beso lento y suave. El frenesí de una respiración que no quiere continuar, quiere ser uno y no dejar de disfrutar ese maravilloso instante. Y quizá, haya que despertar del sueño, con un rayo de sol en la cara, la claridad deslizándose tras las cortinas, la calidez de largas horas de sueño entre mantas. Y habrá que levantarse. O quizá no, quizá no haya que hacer nada. Solo sentir, solo notar, porque sea real. Intensamente, único y de verdad. 


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