El día que quise hablar con...

El día que quise hablar con... 


No tenía tiempo. Tiempo porque la vida lo cogía por los pies, lo arrastraba desde la madrugada a trabajar, aferrándose al alfeizar de la puerta con uñas y dientes para poder seguir un segundo más en su hogar y no tener que salir a hacer lo que más odiaba en la vida. Porque realmente lo odiaba, y él no odiaba nada en el mundo, ni a nadie. 

El día que quise hablar con...

Tenía mucho tiempo. Tiempo entre coladas, tiempo entre comidas, entre la plancha y las idas y venidas de las mil y un tareas dentro y fuera de casa. Tenía tiempo, pero con ella no podía hablar, porque sabía que ya todo estaba dicho, que el destino era tan mezquino, que hacía más lento el tiempo para dejarnos ver como sufría sin poder alcanzar sus sueños, porque ya no tenía, se habían transformado en deseos absurdos que nunca llegarían a cumplirse, y el mero hecho de pensarlo, encoge el corazón.

El tiempo quizá nunca fue el problema, o sí. Quizá lo fui yo, quizá no lo fue nunca nadie. Quizá lo han sido  las personas que no han visto o no han querido nunca ver cómo se han esforzado por hacer felices a los demás, haciendo que su presente, ahora, sea el infierno en vida. Pero hemos aprendido a disfrutar de las cosas bonitas, de los detalles, de los gestos, de los sacrificios. Porque todo cuenta. 

Y quiero que sepan, que el día en el que me pregunten cómo han sido ellos, les diré que recuerdo cada momento, cada instante en el que me sacaron una sonrisa, cada instante en el que lloramos juntos aunque fuera con una película. Que vivimos bien, yn muy mal también. Que a pesar de todo me enseñaron a amar, amar la vida, a respetar, y que de entre esa profundidad más sórdida y sin luz, hay un destello que solo nosotros podemos encender. 







Que la vida no es un camino de rosas, que siempre habrá alguien peor que nosotros, pero que de la necesidad se aprende a luchar. Así que debemos escuchar, escuchar historias, y encontrar esos momentos en la vida en los que 'El día que quise habar con...'' Quizá ese alguien murió, desapareció, te la jugó, estaba trabajando, ya tenía demasiados problemas, no te podía escuchar, sencillamente no hacían falta palabras... Con cada persona hay una razón, una oportunidad. Pero por favor, que con los que importan nunca falte un te quiero y un abrazo, porque aunque el mundo se caiga, siempre podrás aferrarte a la idea de que por lo que más quieres en el universo lo darías todo. Y la fuerza de voluntad mueve montañas. Y aún nos queda mucho por vivir. ¡Por supuesto que sí! No sé como lo hace el maldito tiempo, pero siempre falta y sobra al mismo tiempo. 




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