Sin luz



''Vi las gotas, deslizándose de sus ojos como pequeñas piedras redondeadas y preciosas. Se acumulaban en el suelo, unidas entre sí por el más extraño misterio, al menos para mí. Poco a poco formaban una cascada, con un aspecto de collar, aparentemente ligero, pero la carga la reflejaba en sus ojos, hinchados de llorar. Su vestido, inmaculado, remendado y preparado para la ocasión, era vulgar comparado con el cada vez más hermoso accesorio. Yo contemplaba esto desde la lejanía más umbrosa de la estancia; cuidando que no me viera nadie, y menos aquel curioso ser. Cuando llamaron a la puerta me sobresalté. Ella no, ella se incorporó de la silla, desde donde se había estado contemplando llorar, y se frotó los ojos con la manga, en la cual resbalaron cayendo al suelo las últimas lágrimas como cristales, pero el collar seguí ahí. La avisaron de que debía apresurarse y salir, que todo el mundo la esperaba. Desde mi posición, giré y me escabullí por los pasillos mugrientos y vacíos de serenidad hasta el salón central. La gente brindaba y gritaba, al son de la música infernal y al baile de las más horrendas letras que nada bueno decían. Cuando ella entró, todo se sumió en el silencio. Todos contemplaban la belleza de una cara y cuerpo, limpios y serenos. Todos miraban, deseando ser, envidiando y especulando; creyéndose en la libertad de criticar entre susurros y feroces comentarios. Ella, solo caminaba, lentamente, sin sonreír, sin llorar, cargando con el peso de la verdad, de la más triste verdad, la tristeza en soledad. Yo no podía ver aquello, aquel caminar lento y melancólico, porque sabía que no había ninguna belleza exterior, todo se consumía en mis ojos cuando se encontraban recordando minutos antes. Corrí a su cuarto, sin que nadie me viera de nuevo. Busqué por el suelo, frente  a su tocador. Encontré, como cristales, en el suelo, las lágrimas de ella, y al cogerlas, se derritieron en mis dedos como líquido de nuevo.''

Esto solo fue un sueño. No recuerdo quién era ella, quién era yo, o tan siquiera dónde estaba o lo que sucedía. Pero, ¿cuántas veces olvidamos que las personas cargamos más peso del que aparentamos? ¿Cuándo hemos olvidado que no solo somos lo que reflejamos? Quiero entender que todos llevamos un collar así, que tenemos dos caras queramos o no. Pero que también, puede haber alguien que nos ayude, que derrita los cristales más hirientes y nos brinde otra oportunidad.  Que la vida es bella, tal cual es, y que podemos hacerla mejor pese a las cargas internas y externas. Encender o apagar todas las luces de las posibilidades, de los sentimientos, es cosa nuestra. Olvidamos muchas veces que solo tenemos una vida, y que la libertad nos deja escoger para bien o para mal. Solo hay que querer una cosa: vivir. 



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