Cuando echamos a volar (1976)



Habbal y yo estábamos en el salón, era un dia caluroso en San Francisco e intentabamos movernos lo menos posible para disfrutar la breve brisa de un pequeño ventilador estropeado de casa pudiera refrescarnos.
En esta zona, había días que si salías descalzo a la calle, el asfalto quemaba como el fuego. Recuerdo el día que Habbal tiró un huevo por la ventana de nuestro octavo piso, y para cuando bajamos corriendo ya se había puesto de un tono oscuro y hervía como  en la plancha del tío Remy. Mamá nos echó la bronca por desperdiciar la comida. Había días en los que no había más que unos cereales para desayunar, para comer, para merendar, para cenar…

Aquella mañana en el piso estábamos solos como de costumbre, Mamá se pasaba todo el día y parte de la noche trabajando para poder pagar donde vivíamos, y el tío a veces venía a traernos algo de comer. Era muy temprano, pero nosotros ya nos habíamos levantado. No nos molestamos en vestirnos, estábamos en pijama jugando al escondite. Esta vez me tocaba empezar a contar a mi y a mi hermano esconderse. Habbal me gritó desde el salón muy fuerte. 
- Sammir, ¡el suelo quema! 
- ¡Escóndete que te voy a buscar!- grité con fuerza. Haría que no sabía donde estaba para que se lo pasara bien. 
- Sammir, ¡el suelo quema!
No sabía si era uno de sus juegos, o si había hecho alguna trastada. Fui hasta el alféizar de la puerta, Habbal estaba junto a la ventana, justo en el otro extremo de la sala. 
- No digas tonterías Habbal...El suelo…- El suelo quemaba, era cierto. Mi cara de desconcierto se transformó en asombro. El parquet viejo y desgastado empezaba a ennegrecerse, y un humo umbroso subía por las pequeñas rendijas. 
- Sammir, ¡tengo miedo!
Sabía que no podía atravesar aquel suelo, la  puerta de casa estaba en la otra dirección, pero no podía dejar a mi hermano allí, tenía que salir con él. 
- Sammir…
Cogí carrerilla y me lancé al sofá. El suelo crujió. Un ruido extraño empezó a sonar. Las sirenas de las ambulancias se confundían con los gritos de los vecinos. Alguien había provocado un incendio. Desde el sofá me subí a la pequeña mesa, el ventilador cayó sobre el suelo. Mamá se iba a enfadar. Empezó a oler a plástico quemado, y Habbal señaló el suelo. 
- Sammir, el ventilador…- El plástico se estaba derritiendo y fundiendo con el suelo. Parecía el infierno que nos describía el tío Remy. Por fin, llegué hasta la ventana. 
- Corre Habbal, vamos a salir por aquí. - Salimos por la ventana hasta la escalera de incendios. allí Habbal y yo nos abrazamos, le prometí que no le iba a pasar nada que yo le protegeria. Quizá ese día veríamos el cielo que describía el tío Remy. 
Habbal levantó la cabeza, y en ese momento, algo explotó a pocos metros de nuestra cabeza, la escalera escalera se desmontó como un juego que tuvimos una vez de piezas. Intenté seguir abrazado a mi hermano pero el vacío me reclamó. Me acordé de los héroes a los que jugábamos ser Habbal y yo, siempre habíamos querido volar. Hoy teníamos la oportunidad.            


                                   

Premio Pulitzer de fotografía de 1976 Para Stanley Forman por la escalofriante foto tomada para el Boston Herald American de un incendio en la ciudad.




(Trabajo de Literatura en los medios por Alba Ortega y Mario Serna)


Comentarios

Entradas populares