Cinco









Ha llovido mucho. Muchísimo. Pero no puedo decir que mis lágrimas hayan superado a las gotas de lluvia. No me he cansado de llorar, como no me he cansado de respirar. Porque mi corazón te echa de menos. Pero más allá de los simples y escasos recuerdos, que cada día deshojan al árbol que eras tú para mí, se disuelven. Se diluyen en el café de las mañanas, en la brisa que me acaricia cada día al ir a clase, y en cada segundo que transcurre en mi reloj…

Me gustaría poder llamarte. Tan solo una vez. Tan solo unos minutos. Para oírte decir << ¿Si? ¿Quién es?>> Y poder decir que aquella niña que dejaste hace ya, cinco largos años. Aquella niña asustada a la que le partiste el corazón cuando te fuiste. A la que se le desgarraron las entrañas para dar paso al llanto, atormentada con pesadillas durante meses, en las que cada noche recordaba tu muerte… La que aún no ha querido aceptar tu adiós sin despedida. La que se juzga cruelmente por no poder despedirse de ti. Y decirte al oído que te quería… Maldita última vez en que te vi, malditas últimas palabras que te dije, por no llenarlas de te quieros y todo mi amor. Porque uno no puede saber si estará hablando con alguien por última vez. Porque uno no sabe cómo duele el corazón hasta que pierde a personas que de verdad quiere.

Me alegro en parte de que ahora descanses en paz, de que no seas testigo de lo que sucede, de lo cruel que es el mundo, de lo que se sufre y de cada persona mezquina o ignorante que no ve que se necesita más amor que odio. Que con abrir un poco los ojos podrán ver si llevan tiempo haciendo lo contrario a lo que les hará realmente felices. El mundo es muy cruel… No sé si lo sabías. Pero yo todo lo he tenido que aprender sin ti. Porque no estabas para ayudarme en mi camino, no estabas cuando tomé las riendas de mi vida y decidí ser quien soy ahora. No estabas cuando viví tantas emociones y acciones por primera vez. No estabas y no estás, pero lo peor es que no estarás.

Quiero decirte que he aprendido a distinguir lo bueno de lo malo, a hacerme valer, a hacerme respetar, a perdonar, a ignorar, a sonreír, a llorar sin vergüenza… Pero sobre todas las cosas a observar y a amar. Porque podrá ser una tontería. Pero si no nos mueve el amor nuestra vida no se puede tener pasión. No solo amar a una pareja, sino a lo que nos rodea. A lo que más puedo amar es al cielo, en el que sé que no estás, pero es tan inmenso y bonito que cada amanecer me gustaría que lo contemplases conmigo.
Se me hacen pesados tantos años sin ti. Cinco, y sumando.  
Imperfecta como eras, pero perfecta para mí. No habrá nunca nadie como tú. Y tan solo te prometo una cosa: protegeré ese espacio que ocupas en mi corazón, de aquí a que me reúna contigo, si podemos, y que amaré tanto como me sea posible, y viviré aún más, para contarte todo, si podemos. Y cuidaré a aquella niña, incluso con la ropa que llevaba cuando la dejaste, para correr a abrazarte como pretendía cuando desapareciste el día de su cumpleaños y no volviste, y cinco días después ya no existía el camino de vuelta, nos le borraron a la fuerza. Pero volverá esa niña, para decirte todos los te quieros, para no separarnos jamás…

Abuela, dejaré de llorar y sonreiré por ti más. Tú solo… espérame, aunque la espera sea larga, o al menos eso es lo que espero, volveremos a vernos. Solo dejemos que siga lloviendo… 





Comentarios

Entradas populares