Muero







El otro día te vi en brazos de otro. Te acariciaba y te besaba como lo hago yo. O al menos como lo hacía cuando tú me dejabas. 
Te ponías los labios rojos para despertar mi amor, porque te decía siempre que de ese color era mi corazón. 

-Te pintas los labios con mi más profundo y puro deseo.

Y reías. Como si fueras una niña pequeña, inocente y frágil. Aunque el único que resultó reunir esas características era yo. 

Te odiaría. Pero lo odio a él. Por poder llamar tu atención de niña curiosa. Y llevarte como el dulce aroma de una tarta recién hecha. Duele porque es más joven, duele porque es más listo y atrevido, duele porque te has ido, le has elegido...

Muere la dicha de sentirte cerca. Como marchita la flor más bella.
Mueren mis ganas de abrazarte. Como se esquivaría tocar a un leproso.
Muren mis ganas de besarte. Como se evita morder un fruto podre. 

Y es que quiero creerte, pero no puedo. Quiere mi corazón no morir, pero tu golpe ha sido certero. 
Y quedo como animal herido, como animal sediento. 
Y yo, también muero. 



(Fotografía: Natalia Irreberente)

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