Regalo






No sé si fue un regalo. Pero mi cabeza no me deja aceptar otro nombre para calificarlo. Regalo: cosa que se da a una persona como muestra de afecto o de consideración. Se me hace inevitable pensar que tengo un extraño pacto no pactado con el universo. Me gustaría saber si me lo he ganado, si estoy bajo las reglas de lo común y es solo el destino, o gracias a mi ser independiente disfruto de las mayores maravillas solo por estar en el momento y en el lugar correcto.

No es que me acuerde del día exacto, ni tampoco de la hora. Sé que era un día por la tarde y que el cielo estaba totalmente despejado. Era la primera vez que iba a aquel lugar. Me costó llegar al sitio donde nos instalamos, el estiró su chaqueta para que me sentara, pero decidí, antes de que me ofreciera sentarme, que la mía también servía. Sí, lo reconozco, soy de esas personas a las que les encantan los buenos modales, pero hay veces en las que mi mente rebelde las rechaza y estira la cabeza como diciendo ''no soy inútil o una señorita refinada (aunque cuando quiera lo puedo ser) yo también puedo hacer eso''. Y ahí estaba. Sentada, con los ojos cerrados, disfrutando del sol que descendía por el horizonte, de las olas que rompían contra las piedras, y de cerveza fría que habíamos llevado. 

Hasta que el sol se empezó a esconder disimuladamente, nosotros habíamos pasado el rato hablando sobre mil y una o dos cosas, contemplando nuestros rostros medio cegados por la luz, estirados sobre la hierba y deleitándonos con sonoras risas y sinceras sonrisas que siempre estarán en mi memoria. 

Y cayó el sol. Se escondió dejándonos colores tan inmensamente hermosos que, al menos para mi cerebro, era complicado dejar de mirar y no sentirse lleno, pleno. Te alejaste un segundo para captar una cosa, y te quedaste en esa pose tan tuya que me dan ganas de dibujar para no perder jamás; como uno de los detalles que no quieres borrar jamás te tu mente, porque te muestran lo más interno de un alma, y la creatividad que esconde y pretende expresar a gritos mudos. 

En ese momento, y no antes ni después fue cuando me entró la duda, de si lo más hermoso había sido aquel ocaso, o el fracaso de intentar hacer fuerte la barrera contra tu mirada y tu sonrisa, sinceras y repletas de vida, de colores, de misterio, felicidad e intriga. Arriesgarse o no arriesgarse, por vivir más atardeceres que pueden ser perfectos o no serlo, pero que fueran a tu lado fue lo que decidí en ese momento. No rechazar ese regalo.


(Fotografía: Natalia Aguado, Irreberente)





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