Pasos





Y camino, sin sentido. Sin sentido en mi mente, sin sentido en mis pies. Camino por caminar, camino por un camino. Quién habrá escondido mi destino.

Hace años paseaba por este mismo lugar, alegre, sonriendo y pensando en lo hermosa que es la vida, y en que no quería que acabara. Ahora se acaba, mi amiga la muerte me espera, me ha llamado hace poco para avisarme de que tengo que hacer las maletas. Que juntas nos iremos de viaje.

Hace años me sentaba en la orilla de la playa, dejando que las olas me mojaran los pies y el vestido, no me importaba. Sabía que acabaría bañándome tarde o temprano, y que Darío me prestaría su chaqueta y me llevaría a casa para que no me resfriase. Dónde estará ahora Darío. Quizá me espere en el destino al que me acerco. No creo que un ser tan bueno haya ido al infierno, y si se ha ido, que me avisen. Que aún me quedan fuerzas para volverme malvada y ganarme un espacio donde quiera que esté.

Hace años hablaba con todo el mundo. Les contaba como había sido mi día, los planes que tenía para el día o la semana siguiente, mis aventuras, y mis mayores locuras, también las tonterías más grandes que utilizaba solo por entablar una conversación con cualquiera. Y ahora, ya no hay nadie para oírme, o nadie me quiere escuchar. Mi voz se ha apagado y prefiere callar antes que intentar, trémula y cansada, hablar para la nada.

Hace años escuchaba música y bailaba. Darío me llevaba siempre a aquellos clubs de chicos con chupas de cuero y chicas con vestidos de miles de colores. Nosotros no eramos diferentes, bailábamos hasta que ya no aguantábamos más. Nos sentábamos juntos en el tejado de mi casa para ver el cielo estrellado. Y después entraba por la ventana para darme las buenas noches e irse como un gato silencioso hasta el día siguiente. Recuerdo cuando nos casamos, después de decir el ``si, quiero´´ cuando me susurró antes de besarme ``para siempre escoltando tu ventana´´. Y tan solo hace tres años que me dejó. Estaba en el cuarto de baño cuando le dio un ataque al corazón, estaba solo en casa, y se arrastró hasta la ventana, para dejar allí su alma, para recordarme sus palabras.

Y camina, sin sentido. Sin sentido en su mente, sin sentido en sus pies. Camina por caminar, camina por un camino. Yaciendo tumbada en el suelo frió del pasillo, muriendo por la vejez y la tristeza de la soledad, bajo las inertes miradas de los innumerables cuadros de la pared.

Una vida bastante larga, una vida llena y vacía, buena y mala, una vida menos... una vida más.



(Foto: Igor Cobo)


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