En las nubes II







"Pero a veces el componente prodigioso de mi personalidad se volvía impaciente. 

<< Si no te das prisa y me sacas de aquí>>, me advertía, << voy a desaparecer para siempre, y entonces nunca serás nada.>> "





¿Se supone que tengo que tener miedo? ¿Qué es lo que debo hacer? El tiempo continua avanzando pero yo simplemente no puedo. No puedo ni pararlo, ni acelerarme a mi en mis acciones. La juventud proporciona algo a lo que yo llamo El Poder Everest, consiste en llegar a la cima en un momento determinado de la vida. Hay personas que no tienen los medios para poder hacer cosas grandes, y otras, en cambio, que se pasan su vida ''viviendo'' en la cima. No por ''cima'' me refiero a riqueza, ya que considero que por ejemplo, alguien que ha estado deseando muchísimo tiempo tener un hijo y cuando lo tiene se entrega en cuerpo y alma a esa labor como padre o madre, ahí, en ese periodo de tiempo está haciendo algo enorme, algo por lo que su alma brilla porque su vida ha servido para hacer algo maravilloso. Pero no es socialmente a lo que me refiero en mi caso, sino laboralmente. Esa media sonrisa y la vista perdida en el horizonte que me provocan mis pensamientos y las ganas que tengo de ''comerme el mundo''. Las que creo que tenemos o deberíamos tener todo el mundo. Se me ocurren millones de ideas sobre lo que querría ser o hacer cada día. Pero aun no he podido llevar a cabo ninguna, así que al leer estas palabras iniciales en el libro que actualmente estoy leyendo, se me formula en la retina una sola pregunta, ¿podré mantener este espíritu joven toda mi vida? 
No quiero que nadie me lo quite, me gusta el momento en el que vivo, y me enorgullezco de las personas que me cuidan en mi camino segundo a segundo, pero... ¿Y si algún día mi cabeza decide no seguir el ritmo de la vida? Todo avanza, es cierto. Pensé, no hace tanto, que la infancia y posterior adolescencia de mis padres no era ni comparable con la mía. Todo era muy diferente, y tan solo habían pasado unos años, por lo que intenté imaginar como serían la de mis probables hijos, pero eran ideas totalmente inexactas e inútiles. No es posible estar constantemente en la onda de la novedad por mucho que se quiera, alguien me dijo un día que posiblemente solo se está en esa ''onda'' hasta los treinta casi cuarenta años, y una vida pasa volando. 

No es ver el futuro lo que quiero, ni tampoco pensarlo demasiado. Pero reconozco que entretiene, sumergirse en el mar profundo de las posibilidades, en el que sin darme cuenta me pierdo, aunque si quiero rápido me encuentro, como rápido me enamoro de mi juventud y mi ganas de hacer las cosas imposibles. Espero no perder las fuerzas jamás para luchar por conseguir lo que quiero, haga cosas pequeñas o grandes, me las reconozcan o no, pero siempre para ser feliz, eso es lo que busco, esté donde esté. Quizá consiga llegar al Everest, o tan solo me quede haciendo montañas de arena. Pero algo tengo muy claro, que final de mis días, ni hoy ni mañana espero,  descansaré junto a las olas de mi tierra, donde jamás perderé mi ancla, por mucho que salga a volar. Y es que para llegar lejos, siempre hay tener presente de donde ha comenzado nuestro viaje, de donde hemos venido.




(Fragmento inicial extraído del libro: El club de la buena estrella)
(Fotografía: Natalia Aguado, Irreberente)

Comentarios

Entradas populares