Sucumbe, desaparece.







Vacío. Vacío donde antes había corazón. Donde antes había vida, esperanza y pasión.

Suena, entre los huesos que parecen ya mármol de una estatua desmembrada, la brisa que se lleva la poca luz que aún quedaba.

Y todo se llena de agua. Agua que no limpia ni sana. 

Simplemente pasa, como la brisa, y se va. 

El vacío lo deja sin respiración, le duelen las entrañas que reclaman a gritos con desesperación.

Por donde pasó antes el agua se congela todo, y el frío resquebraja la piel por donde pasó.


Los ojos casi sin vida de un animal, que se hielan mirando a la nada. 

Lo poco que queda se muere. 

Todo se nubla.

Sucumbe.

Más vacío. Vacío donde antes había alegría. Donde antes había risas, sonrisas y música.

Lo muerto yace inerte.

Olvidado a su suerte.

Desaparece.



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