Antes del café




Me desperté, antes que los pájaros, antes que la luz. Cuando aún no olía a café.
Tu estabas dormida.  Todo estaba oscuro y en completo silencio. Tan solo me olía a ti.

El reloj hoy ha decido ir un poco más despacio y dejarme escuchar tu respiración un rato más. 
Suelo despertarme siempre unos minutos antes instintivamente para disfrutar de tu presencia.
Quién sabe en qué me convertiría si no te viera aquí. Cada mañana para amanecer junto a ti.

Y dicen que los amaneceres son hermosos. Pero eso es porque no te han visto despertar.
Despeinada, echa un completo desastre entre sábanas entrelazadas. 
Tus ojos verdes al abrirse poco a poco se van abriendo, y al verme en ese momento sonríes.
Toda la luz en tu sonrisa ilumina más que cualquier sol. 

Descalza y aún soñolienta te levantas a encender la cafetera. Yo me visto escuchándote tararear.
Desayunamos en el sofá. Y el momento más duro del día es despegarme de ti. 
Despegarme de esa piel que necesito más que el respirar. 
Despegarme de tu melena negra de olor a frutas.

Hoy despertaste a ese pequeño poeta que tengo. 
Y como aún tengo tiempo, voy a seguir cavilando. 
Cuando despiertes no te asustes, seguramente te diré: te amo.


(Foto: Laura Noriega)

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