Mi resaca especial



Me despertó un golpe, no le dí mucha importancia porque mi cama era en ese momento más apetecible que ir a descubrir la procedencia del ruido. Para mi desgracia solo pasaron dos minutos hasta que oí  pasitos por las escaleras hasta mi puerta. Los pequeños de la casa entraron y me despertaron con besos diciendo: 'Han venido los Reyes ¡Vamos!'. Me puse una chaqueta, cogí mis zapatillas y arreglé todo lo que pude mi pelo dándome por vencida un instante después. Bajé y junto con mis padres llegamos a la puerta de la cocina, donde mi madre empezó a gritar. Si, gritar. Supuestamente para dar emoción a la mañana anual mas esperada por los enanos de todo el mundo en cada casa, en ese momento pensé que solo lo hacía por despertarnos. Llegamos a el salón y bajo el árbol estaban todos los regalos, cabe destacar que estaban perfectamente envueltos y colocados. Nos sentamos y empezó el desfile de paquetes. Las preciosas etiquetas que traía cada regalo con el nombre de alguno de nosotros poco sirvieron con mi hermano más pequeño, emperrado en darme un regalo de mi prima Blanca. Regalos para mamá, regalos para papá, para Herni, Ordo, para mis primos, para mi abuelo y para mi. Lo mejor de todo eran las caritas de mis pequeñajos y disfrutar con la alegría de ver lo que más querían. Porque gracias al cielo este año también podemos tener la mayoría de lo que hemos pedido. Lo peor fue montar cada juego, aunque he acabado pensando en que hacen el montaje algo complicado y llevadero para que los mayores se entretengan montando piezas y los niños después lo utilicen. Que valor tendrían las cosas si no costaran un poco.
Después en la cocina, con nuestro mantel navideño, mi taza de café, un pedacito de rosco de reyes y mi familia a mi lado me sentí especial. Desde hacía mucho tiempo no podía sentir realmente la maravilla de ese momento. Y comprendí a la perfección cuando algunas personas han dicho de enfrascar los recuerdos para poder sentirlos durante más tiempo. Me hubiera gustado crear un bucle temporal. Poder guardarlo inmutable y puro como fue para revivirlo durante el resto de mi vida. Y para mi esa fue la verdadera magia, el verdadero espíritu de la vida. Había tenido los mejores regalos de reyes porque me los habían echo las personas que diariamente se preocupan por mi y esperan cada uno de mis días que sea feliz. La noche anterior había disfrutado de mis amigos plenamente. No somos un grupo perfecto, cada uno tiene sus manías y defectos pero  estamos unidos para lo bueno y lo malo, dejando de lado las conveniencias y velando por la verdadera muestra de amistad, ya que el significado no nos serviría de mucho si no lo llevamos a la práctica. Participé en el Belén por la tarde, conocí a alguien nuevo, cené con mis amigos, nos lo pasamos increíblemente bien y al día siguiente, fui despertada por mi familia con la que abrí regalos y  desayuné. Aparté la vista de la mesa con una sonrisa. La felicidad será efímera, pero me dí cuenta de que quizá si merezca la pena tanta oscuridad para tener esos momentos de claridad. Porque sin oscuridad no puede haber brillo. Y solo tengo que decir esto a todas las personas a las que amo: Gracias. Y como no, después de todo esto vino una resaca, de las que más me gustan, de las emocionales, de toda esa felicidad que espero poder repetir y embotellar en mi cabeza. 



Foto:Alba Ortega García, mi hermano Ordoño cortando el rosco de Reyes. 


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