Un viaje más







El viaje de la vida comienza al nacer, donde nos indican la entrada a un laberinto, y a medida que vamos creciendo, avanzamos entre los más oscuros senderos. 
Para saber que camino escoger, solo tenemos nuestro corazón, y algo frágil, a lo que llamamos cerebro. 
El cerebro nos dice que sigamos por el laberinto, pero el corazón nos dice que sigamos nuestro propio camino, terminando muchas veces en mitad del océano, donde nos ahogamos aun más. 
Todo es temporal, porque el tiempo pasa, y todo es diferente.
 Tenemos mucho, y poco a la vez, lo tenemos todo, y a veces nada, pero conformarse y afrontarlo es una decisión de sabios. 
Los sentimientos, son como balsas en mitad del océano, para amenizar el trayecto. 
Quizá encuentres una isla desierta, o el camino de vuelta a casa, pero sea como sea, tú ya has cambiado. Puedes hacer lo que quieras porque siempre será así, y aunque te quedes sentado en el frio suelo del laberinto, o en el fondo del océano, el tiempo sigue corriendo, y no podrás dar marcha atrás. 
Pero con esperanza y esfuerzo podrás continuar.
 Nadando o andando, se hace camino, ve despacio pero no dejes que nada te pare. 
Ten cuidado de no tropezar y darte un golpe en la cabeza, o peor, ser perseguido por un tiburón, vas a morir igual, pero al menos  acaba  tu viaje sabiendo que ha merecido la pena.




(Foto: Marina Caballero, Alazne)

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