4 minutos post-mortem
No era ni por asomo una despampanante mujer, ni tan siquiera alguien en
quien se fijase la gente al cruzar la calle. Y ella lo tenía asumido, tampoco
pretendía llamar la atención entre la multitud.
Aquel día se puso un pantalón
vaquero algo desgastado pero elegante, sus altas botas marrones con un poco de
tacón, un jersey de color beige, su fular favorito y un chapetón. Hacía frío
pero el sol brillaba sin calentar en lo alto del cielo, apenas eran las 12 de
la mañana, pero consiguió llegar a la panadería para coger una barra de pan y
el periódico en el kiosco de la esquina, luego quiso pasearse aun poco antes de
ir a casa.
Estaba cruzando por el paso de
cebra sin atender a otra cosa que a sus pensamientos, cuando un enorme camión
paso rozando su abrigo. Se dio cuenta del peligro que había corrido, y se
asustó de tal manera que al apartarse cayó estrepitosamente sobre la acera. El
pan y el periódico, inservibles, estaban ya en el suelo empapados en un charco.
Ella frenética no sabía cómo reaccionar, hasta que su mirada se deposito en una
mano, que con un tranquilizador " ¿Se encuentra bien señorita?’’, la ayudo
a levantarse.
Ante ella se encontraba un chico bastante guapo y con una expresión de
quien acaba de recibir un buen susto. Ella solo podía mirarle a los ojos y ver
su belleza y preocupación.
-Señorita, ¿está bien? – la ayudo a apartarse del borde de la acera. -
me he llevado un susto de muerte al pensar que una bella chica como tú podía
estar muerta ahora mismo... ¿Me permute invitarla a recomponerse con un buen
café?-
Para ella todo era una masa de
acontecimientos que la superaba. Una gran neblina la sumergió, y por un momento
pensó que se había desmayado.
Al abrir los ojos se vio sentada
en un banco de la plaza con un señor anciano que reía. Observo como una
ambulancia aparcaba con rapidez en el paso de peatones y socorría a una joven
con un abrigo como el suyo.
-Si hubieras estado más atenta...
-
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